Los desechos electrónicos se definen como cualquier cosa con un enchufe, un cable eléctrico o una batería. Desde tostadoras hasta cepillos de dientes, teléfonos inteligentes, computadoras, y televisiones que han cumplido “su ciclo de vida”, hasta los componentes dentro de estos productos que tienen una duración más prolongada.
Este tipo de residuos constituyen una pequeña pero creciente proporción de los 2010 millones de toneladas métricas de desechos sólidos que se generan cada año en todo el mundo. Sin embargo, a diferencia del vidrio, el papel, la madera y otros materiales, los productos eléctricos y electrónicos usados contienen sustancias peligrosas además de materiales valiosos, por lo que requieren un tratamiento especial.
Pocos países tienen una forma uniforme de medir estos desechos que provienen de hogares, empresas y gobiernos, y que pueden contener metales preciosos como el oro, el cobre y el níquel, así como materiales raros de valor estratégico como el indio y el paladio. Para hacerse una idea, hasta 60 elementos de la tabla periódica pueden ser encontrados en un teléfono inteligente. Muchos de estos metales pueden ser recuperados, reciclados y utilizados como materias primas secundarias para nuevos productos.
Pero el reto es bastante difícil, ya que un solo producto puede estar hecho de más de 1000 sustancias diferentes. Y aunque los desechos electrónicos solo representan el 2% de la basura sólida mundial, también pueden significar hasta el 70% de los residuos peligrosos que acaban en vertederos.
Cuando no se almacenan en bodegas, cajones o gabinetes, los desechos electrónicos a menudo se incineran, se tiran o terminan siendo destruidos a mano, en dañando su salud y el medio ambiente.
Hay que tener en cuenta que los desechos electrónicos del presente no son solo aquellos que utilizamos actualmente, todavía hay muchos productos del pasado que no han sido procesados. Hay millones de tubos de rayos catódicos de televisores y monitores antiguos, cintas VHS y reproductores de DVD que contienen compuestos tóxicos como el plomo, el cadmio y el mercurio, que los convierten en peligrosos y problemáticos.
Estos desechos contaminan las fuentes de agua y las cadenas de suministro de alimentos, incluso como parte de los intentos de “reciclaje” informal en algunos países, donde se quema el plástico que contienen para recuperar los metales valiosos, un proceso que emite sustancias tóxicas a la atmósfera y envenena a niños y adultos.
Además, se calcula que para 2040, las emisiones de carbono provenientes de la producción y el uso de aparatos electrónicos representará el 14% de las emisiones totales. Esto es la mitad del sector de transporte hoy en día.
Una oportunidad de oro para la economía mundial
La actualización y formalización de la industria, así como la creación de plantas de reciclaje formales proporcionan una oportunidad de trabajo seguro y decente para miles de trabajadores alrededor del mundo.
Además, existe un gran valor económico en los residuos electrónicos, en particular de materiales como oro, plata, cobre, platino, paladio, entre otros. De acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), hay 100 veces más oro en una tonelada de teléfonos inteligentes que en una tonelada de mineral de oro. Esto quiere decir que los depósitos más ricos de la tierra se encuentran actualmente en vertederos o en los hogares de las personas.
Según recientes estimaciones, los desechos electrónicos están valorados en 62.500 millones de dólares anuales, más que el PIB de algunos países. Es también tres veces el valor de la producción de todas las minas de plata del mundo.
Actualmente las compañías de teléfonos inteligentes están creando mercados para reciclar y darles “una segunda vida” a sus productos, pero aún existe un margen muy importante para mejorar.
Sólo en 2018, se descartaron 435.000 toneladas de teléfonos inteligentes, a pesar de contener miles de millones de dólares de valor en materiales. Para sacarle provecho a este tesoro, el mundo debe avanzar hacia una economía circular de electrónicos.
La economía circular de los electrónicos
El ciclo de producción de cada producto electrónico comienza desde la etapa de diseño, de ingeniería y, por supuesto, se adentra en toda la economía circular. El uso, reciclaje, restauración, reventa y devolución de la tecnología debe considerarse de una manera mucho más sistemática que hasta ahora, para asegurarse de que se generan los residuos electrónicos que no causan el tipo de daño que hacen ahora al medio ambiente y la humanidad.
Existe una creciente toma de conciencia de que el modelo lineal predominante de «extraer, fabricar, utilizar y desechar» genera desechos a lo largo del ciclo de vida de los productos eléctricos y electrónicos y que estos desechos se podrían y deberían reducir.
Una economía circular es un sistema en el que todos los materiales y los componentes se mantienen en su valor más alto en todo momento, y los residuos no existen. Puede ser fácilmente pensada como lo contrario de la economía lineal de hoy.
Si se diseñan productos que duren más tiempo, y se recupera, reutiliza y recicla una mayor cantidad de desechos a lo largo del ciclo de vida de esos productos, habrá menos demanda de materiales vírgenes y se generarán menos residuos de la extracción de materias primas y de los procesos de embalaje y transporte de los productos.
Si se aplica un enfoque de economía circular, los desechos eléctricos y electrónicos pueden considerarse un recurso que, adecuadamente gestionado, podría promover la obtención de medios de subsistencia, generar empleo, proporcionar acceso a la tecnología, facilitar la modernización tecnológica, propiciar la transferencia de conocimientos y competencias, y crear capital para fabricar productos básicos de segunda mano y recuperar materiales.
Representantes de gobiernos y de organizaciones de trabajadores y empleadores coinciden en que se deben “aumentar e impulsar las inversiones en infraestructura y sistemas de gestión de desechos en todos los niveles, según proceda, a fin de gestionar los flujos en rápido aumento de desechos electrónicos, de modo que se promueva el trabajo decente.”
De acuerdo con la ITU, los beneficios económicos de emplear una economía circular en el sector electrónico y eléctrico podrá ser enorme, reduciendo los costos para los consumidores en un 7% para 2030 y un 14% para 2040.
Además, dado que los desechos electrónicos son un recurso creciente, al tiempo que disminuyen los metales y minerales, también hay una oportunidad para la recuperación de estos recursos. Combinado con mejores diseños y tecnología para recuperarlos se producirá un rendimiento más rentable de los materiales.